En el latín es donde se encuentra el origen etimológico de la palabra director. En concreto, procede de la suma de tres componentes de dicha lengua: el prefijo “di-“, que es equivalente a “divergencia”; el verbo “regere”, que es sinónimo de “regir”, y el sufijo “-tor”, que puede utilizarse como “agente”.
En los centros escolares, por ejemplo, también hay un director. Este cuenta con una amplia serie de funciones que debe llevar a cabo para el correcto funcionamiento del colegio, instituto o universidad.
Los directores tienen que lidiar con los desafíos personales y académicos de cientos de estudiantes.
Son el personal docente de mayor jerarquía escalafonaria de la Institución y tienen la enorme responsabilidad de conducirlas y representarlas, en el marco de la política educativa, las normativas vigentes y el Proyecto Institucional.
Su accionar se enmarca en el Reglamento de Instituciones Educativas. Sus tareas, previstas en los artículos 38 al 42 y los artículos 47 y 48, comprenden la responsabilidad de conducir los procesos de implementación del diseño curricular respectivo y del Proyecto Institucional según las siguientes dimensiones de actuación:
1. Lo pedagógico, en tanto actos educativos en el marco del artículo 30 y concordantes del presente
2. Lo administrativo, en tanto antecedente y expresión documental de la tarea institucional
3. Lo sociocomunitario, en tanto condición necesaria de la relación de la institución con el contexto.
“Gestionar una institución, es buscar objetivos junto al personal que toca guiar y dirigir, es articular las actividades laborales de un grupo humano para alcanzar esos objetivos, es valorar la interacción, la colaboración y la solidaridad, es valorar la negociación para enfrentar los conflictos. Con estas responsabilidades asumidas desde el primer momento, se disfruta de la escuela, se minimizan los inconvenientes y se gestiona una organización escolar grande, abierta, interactuando con la sociedad con quien se ha vinculado mediante un contrato pedagógico.”
«Educar»
Educar es lo mismo
que poner un motor a una barca,
hay que medir, pensar, equilibrar,
y poner todo en marcha.
Pero para eso,
uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino,
un poco de pirata,
un poco de poeta,
y un kilo y medio de paciencia concentrada.
Pero es consolador soñar,
mientras uno trabaja,
que esa barca, ese niño
irá muy lejos por el agua.
Soñar que ese navío
llevará nuestra carga de palabras
hacia puertos distantes,
hacia islas lejanas.
Soñar que cuando un día
esté durmiendo nuestro propio barco,
en barcos nuevos seguirá
nuestra bandera enarbolada.
Autor: Gabriel Celaya
A TODOS ELLOS QUEREMOS DESEARLES FELIZ DÍA!!!
Y en especial a nuestra directora Gabriela Calvo!!!
Fuente: agendaescolar.com.ar
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