En tiempos de pandemia, las bibliotecas escolares se han visto agredidas por la imperiosa necesidad de espacios. Aquí proponemos algunos consejos para que la biblioteca siga viva más allá del lugar.
En estos momentos tan delicados de vuelta al cole en medio de la pandemia, se están tomando algunas decisiones salomónicas que poco ayudan al normal desarrollo del proceso educativo de nuestros alumnos. En un gran número de centros educativos están anulando de manera fulminante y sin aparente malestar los espacios dedicados a las bibliotecas escolares.
El uso de otros espacios (dentro o fuera de la escuela) para asegurar el distanciamiento de los estudiantes es una medida que parece lógica. Lo que no resulta tan aceptable es que se anulen también los consolidados proyectos que muchas bibliotecas escolares han desarrollado para potenciar el hábito lector.
Necesidad de espacios educativos
Muchos directivos arguyen la necesidad perentoria de los espacios para resolver esta situación de emergencia. Necesitamos otros lugares para albergar a la elevada ratio de alumnos por aula si queremos mantener la distancia mínima de seguridad. Como si obtener ese espacio limitara de alguna manera la realización de las actividades de animación lectora. Disponer del espacio de la biblioteca no debería suponer terminar con las actividades que la propia biblioteca genera.
Pero no sólo se esgrime el problema espacial sino la intención de esquivar situaciones de contagio por el préstamo de libros o las actividades propias de animación lectora. Intuyo que las personas que toman estas decisiones tienen una visión de las bibliotecas escolares como elementos accesorios, que no poseen más que una condición decorativa o meramente transitoria.
Es obvio que no podemos dejar de lado los protocolos sanitarios ni las medidas preventivas para evitar la expansión del virus, pero si queremos mantener lo relevante hemos de ingeniárnoslas para poder hacerlo. ¿Qué dirían los directivos si se sugiriera que hay que anular toda actividad matemática en la escuela? ¿No intentarían encontrar la fórmula para mantener el aprendizaje más básico? Disculpen el símil pero a veces hace falta un ejemplo dibujado a trazo grueso para entendernos mejor.
6 consejos para bibliotecas escolares
Ante este situación, nos hemos aventurado a sugerir no sólo un protocolo de actuación (no hemos encontrado mucho) sino también una propuesta de actividades relacionadas con las bibliotecas escolares que se pueden seguir haciendo durante el curso escolar mientras dure la pandemia.
1. De bibliotecas escolares a bibliotecas de aula
Una primera solución sería intentar montar nuestra propia biblioteca de aula, de manera que los libros que corresponden a nuestra edad madurativa estarían en la clase y no en el espacio tradicionalmente cedido a la biblioteca. Ale, señores directivos, ya tienen su espacio; déjennos los libros. No resulta fácil albergar un espacio dentro del aula para tener los libros mínimamente ordenados, pero una vez resuelto agiliza mucho el préstamo personal y el control sobre los libros. Esto “obliga” a que el tutor tenga cierta implicación en el propio préstamo. Cosa que me parece fundamental, pero que estoy seguro de que contará con la ayuda de la propia responsable de la biblioteca.
2. Libros en cuarentena
No ha sido fácil encontrar un criterio común ante esta práctica que se planteó inmediatamente en el proceso de las fases de desescalada. Los libros, como objetos que transitaban de un ciudadano a otro, debían pasar un periodo de cuarentena y/o desinfección individual. En las primeras fases, cuando se empezaron a abrir los primeros establecimientos y las bibliotecas con servicio de préstamo exclusivamente, el COBDCV propuso el siguiente protocolo:
“Cada documento (libro, dvd, etc.) devuelto será introducido en un contenedor (cajas, bolsas, etc.), una vez cerrado el contenedor, habrá que desinfectar con virucida, almacenarlo, y se marcará con la fecha de entrada y salida de la cuarentena. No se abrirá hasta pasados 14 días, y entonces podrá volver a la estantería con el resto de materiales y ser prestado sin ningún riesgo”
Ni la propia OMS dejaba muy claro los tiempos que el virus podía permanecer en las distintas superficies y se ha ido pivotando entre unas cifras y otras.
Recientemente un análisis exhaustivo de todos los estudios al respecto que ha hecho recientemente la Biblioteca Nacional nos aporta una cifra un poco más esperanzadora: 7 días. Por lo tanto, si tomamos como referencia este dato, tendremos que los libros devueltos tendrán que quedar en cuarentena una semana. Salvo los cursos inferiores de primaria e infantil, los préstamos bibliotecarios no suelen ser inferiores a siete días. Así que podremos alternar los libros prestados con los libros en cuarentena. Para ello, hemos de tener al menos el doble de libros que de alumnos.
2.b. Usemos las bibliotecas municipales
Para los cursos inferiores, si no se tienen suficientes libros de préstamo en la biblioteca, se puede combinar el préstamo de aula con la lectura de los propios libros de la biblioteca personal de casa, o incluso provocar la implicación de la biblioteca pública para poder aumentar los ejemplares de préstamo. Una clase media de 25 alumnos si hiciera el préstamo diario (como sucede en infantil) necesitaría 25 x 5 = 125 libros de fondo. No me parecen demasiados si la biblioteca escolar tiene ya cierto recorrido pero pueden ser reforzados por el préstamo de la biblioteca municipal a la escuela. Estoy seguro de que las bibliotecarias estarán encantadas de colaborar con el fomento lector de las escuelas de la zona.
3. Lectura en voz alta
Una de las propuestas que siempre recomendamos como básica es la lectura en voz alta.
Es una de esas actividades más fácil y barata de resolver. Sólo necesitas un libro y un rato para leer. Y en esta situación, pandemia mediante, es una actividad muy acorde a realizar en el aula. Puedes mantener la distancia entre alumnos y con la profesora, puedes leer un libro reservado que no se haya prestado (sin riesgo de contagio) y todos podrán disfrutar de esa lectura. Es una solución para aquellas aulas que no tengan suficiente libros para el préstamo y también una manera de asegurarnos que la literatura esté presente en el aula.
4. Hablar de libros
Un simple comentario de lo que hemos leído o nos gustaría leer, o una conversación más elaborada tipo Club de Lectura, es una actividad que se puede llevar a cabo en bibliotecas escolares manteniendo los protocolos de seguridad. Podemos hablar todos sobre el mismo libro (que puede coincidir con el libro leído en voz alta) o sobre los diferentes libros que hayamos leído. Quizá sea una oportunidad para hablar de lo que está pasando y cómo lo están viviendo, como sugiere Francesco Tonucci.
5. Actividades extraescolares
Aunque las directrices educativas sugieren evitar la entrada de agentes externos al centro educativo, y por tanto a bibliotecas escolares, en ningún caso lo prohíben. Muchos centros han optado por anular las actividades extraescolares como visitas de autores, sesiones de narración, talleres, etc. Entendemos la precaución y gran parte de los agentes implicados están esperando que se asiente este ambiente de incertidumbre para recuperar dichas actividades. Con grupos más reducidos y manteniendo los protocolos sanitarios, no debería suponer ningún riesgo pero, por el momento, parece que las escuelas no quieren exponerse.
Una opción podrían ser las sesiones online. ¿Por qué no se puede hacer un encuentro en línea con algún autor/a para conversar sobre sus libros o su obra? Algunas salas de teatro con programación infantil están contemplando la posibilidad de emisión de la obra de manera online. De esta manera, el centro no tiene que desplazarse hasta la sala.
6. Audiolibros y libros electrónicos
Una de las estrategias que están siguiendo las Bibliotecas Públicas ante la situación de confinamientos y rebrotes es potenciar el uso de libros electrónicos y audiolibros. Bien es cierto que este recurso no está muy desarrollado en las bibliotecas escolares pero podemos pedir la colaboración de las bibliotecas municipales para valorar el fondo de literatura infantil y juvenil en estos formatos. El debate sobre la pertinencia de uso de los libros digitales con las edades tempranas es para otro artículo (que retomaremos en breve).
Esperamos que estas recomendaciones puedan ayudar a mantener las actividades de animación lectora en las bibliotecas escolares y no dejemos que el virus también se lleve el fomento lector. Ánimo.
Fuente: elsitiodelaspalabras.es
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