Es la celebración ancestral conocida popularmente como “Fiesta del Sol”. En ACUMAR emprendimos el desafío de revalorizar estos saberes y visibilizar la presencia de los pueblos originarios en la Cuenca.
El 21 de junio se conmemora el Inti Raymi, la veneración al Sol de las culturas originarias. En la Cuenca Matanza Riachuelo –en sus orígenes tierra de querandíes– hay lugares y organizaciones que año a año convocan a esta fiesta cuya fecha coincide con el solsticio de invierno y es el inicio de un nuevo año: el 5528 para el calendario de estos pueblos. Estas festividades están íntimamente relacionadas con los ciclos de la naturaleza. En las culturas que practican la agricultura, por ejemplo, es el comienzo de una nueva etapa de siembra.
Los querandíes fueron los primeros habitantes de la Cuenca. Mucho antes de la llegada de los españoles, hacia el año 1300, este pueblo originario se instaló en las proximidades del río, de sus arroyos y lagunas, armando sus viviendas con cueros rústicos. En el Río Matanza pescaban, en sus márgenes y cercanías cazaban venados y ñandúes. El entorno era, por supuesto, natural, sin modificaciones antrópicas, y no estaba contaminado.
Estas comunidades mantenían una relación de respeto y veneración hacia los recursos naturales, considerados seres vivos, partes integrales y fundamentales de la vida en comunidad. Otro pueblo que habitó distintas zonas geográficas cercanas a la Cuenca fue el guaraní que llegó desde el litoral, por el río Paraná. Hay restos arqueológicos de estas culturas en distintas zonas de la provincia de Buenos Aires.
El genocidio iniciado por los conquistadores europeos sentenció a los pueblos originarios al despojo violento, material y simbólico, de sus culturas y costumbres, y diezmó a sus pobladores. La conquista trajo además prácticas que provocaron la contaminación del ambiente: el entorno natural de la Cuenca fue modificado y comenzó así una escalada progresiva de deterioro ambiental.
Sin embargo, las comunidades originarias, que saben de resistencias y supervivencias, aunque invisibilizadas, perviven aún hoy en el territorio del Matanza Riachuelo. También hay población que se autopercibe perteneciente a un pueblo originario, tenga o no ascendencia directa, es decir, ciudadanas y ciudadanos que se identifican con la cosmovisión y la espiritualidad de estas comunidades, que practican su cultura y costumbres, y que están indagando sobre su pasado y, en algunos casos, reparando ese vínculo con sus raíces originarias que la tradición criolla de inmigrantes europeos y la historia oficial quiso negar.
Pueblos originarios en la Cuenca
En ACUMAR emprendimos la tarea de revalorizar estas culturas ancestrales para visibilizar la presencia de los pueblos originarios que vivieron y viven en la Cuenca. El abordaje integral de lo cultural, lo político y lo social es necesario para comprender el concepto de ambiente en todas sus dimensiones, entendiendo que el saneamiento de la Cuenca sólo es posible a través de la inclusión, el respeto al entorno y a todas y todos sus pobladores.
Según los resultados del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010, en la región Metropolitana vive el 26% de la población originaria del país, personas que se reconocen como descendientes o pertenecientes a un pueblo originario. Los datos de la Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas del INDEC de 2004-2005 indican que cuatro de cada diez integrantes de pueblos indígenas habitan en el Área Metropolitana de Buenos Aires: allí el pueblo Qom (Toba) es el más numeroso, seguido por el Mapuche, el Guaraní y el Diaguita. También hay presencia de los pueblos Tehuelche, Rankulche, Huarpe y Selk’nam u Ona.
El mapa de pueblos originarios, elaborado con información del Registro Nacional de Comunidades Indígenas (Re.Na.C.I.) y el Programa Relevamiento Territorial de Comunidades Indígenas (Re.Te.C.I.), señala que en la Cuenca Matanza Riachuelo actualmente hay comunidades Qom, mapuche, guaraní y kolla.
El modelo de desarrollo hegemónico impuesto por la cosmovisión occidental implicó la creación de fuentes de trabajo y la movilidad social ascendente para grandes masas de personas. Sin embargo, también excluyó a otros sectores de la sociedad: ha expulsado a las comunidades originarias de sus territorios, despojándolas de su cultura, su espiritualidad y de su conexión con la naturaleza. Este modelo, que priorizó el desarrollo industrial por sobre el cuidado del entorno, ha producido la contaminación y el agotamiento de los recursos naturales.
Las corrientes latinoamericanas indigenistas presentan, en cambio, miradas filosóficas y políticas que revalorizan los saberes ancestrales y, por ende, el vínculo armónico con el ambiente. Este paradigma ambiental invita a la solidaridad intergeneracional: una responsabilidad social hacia las generaciones futuras que nos obligue a repensar nuestras acciones con el ambiente para recomponerlo pero también para prevenir futuros daños.
La reciente creación de la Dirección de Fortalecimiento Comunitario y Promoción del Desarrollo de ACUMAR se plantea el desafío de conciliar las ideas de desarrollo, inclusión y promoción del empleo en la Cuenca con la sostenibilidad ambiental. Esa tarea solo es posible de abordar si se historizan los modelos imperantes y sus formas de impactar en el territorio de la Cuenca y en las subjetividades de sus comunidades, las diversas maneras en que se han habitado los barrios, sus calles e instituciones.
Los modos de habitar la Cuenca no siempre han tenido que ver con prácticas ligadas a la contaminación. Desde un recorrido histórico, se puede apreciar una valiosa producción cultural, arquitectónica y del paisaje que es parte de la actividad humana y del patrimonio de estas tierras. Los aportes que han hecho desde sus cosmovisiones crecen hoy en diversas prácticas transformadoras: organizaciones sociales, cooperativas de reciclado, experiencias de producción rural y urbana, políticas públicas de promoción ambiental, expresiones artísticas y culturales.
La perspectiva ambiental que nos proponemos en cada acción de ACUMAR se abraza a este paradigma emancipatorio y democrático. Sanear la Cuenca implica, desde este enfoque, darnos también a la tarea de repensar y redefinir la vinculación social con el entorno que habitamos.
Inti Raymi en la Cuenca
La celebración del Inti Raymi coincide con la noche más larga del año y con el día más frío porque la Tierra llega a su punto máximo de lejanía respecto del Sol. La jornada invita a compartir música, comidas típicas, cantos, ofrendas y rezos hasta llegar al día siguiente para, muy temprano, recibir el amanecer y venerar al sol con la aparición de los primeros rayos, conectándose con su energía y agradeciendo un nuevo año de vida.
En el Municipio de Morón, el Espacio por la Memoria de los Pueblos Originarios (EMPO) viene realizando este evento desde hace cuatro años. La organización Tres Ombúes Sitio Sagrado Querandí, en La Matanza, también hace celebraciones. En CABA, los encuentros son en la Reserva Ecológica de Costanera Sur, Parque Chacabuco y Parque Avellaneda*.
Tanto la Provincia de Buenos Aires como la Ciudad incluyen el 21 de junio como “Año Nuevo de los Pueblos Originarios” en el calendario escolar.
*Debido al actual contexto de cuarentena establecida frente a la pandemia del COVID-19 las celebraciones de este año están suspendidas.
Confirman feriado para el 21 de junio como Día de los Pueblos Indígenas - →clic
Fuente: acumar.gob.ar
youtube.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario