martes, 29 de agosto de 2023

Por qué se celebra hoy el Día del Árbol en Argentina

 


Desde 1901, cada 29 de agosto Argentina celebra el día del árbol. La conmemoración fue propuesta por el Dr. Estanislao Zeballos, y resalta la importancia del recurso natural, ya que los árboles oxigenan el aire, protegen el suelo y reducen los efectos del calentamiento global, entre otras de sus numerosas y vitales funciones.

“Dentro de nuestras áreas protegidas, conservamos especies de valor excepcional, como lo es el Alerce (Fitzroya cupressoides). Este árbol es la segunda especie viviente más longeva del mundo. Esta característica y la belleza del paisaje natural en el que habita, le dio al Parque Nacional Los Alerces la distinción como Sitio de Patrimonio Mundial, otorgada por la UNESCO. El parque, ubicado en la provincia del Chubut, alberga un bosque milenario de alerces, con ejemplares que alcanzan los 2600 años de existencia”, explicó la Administración de Parques Nacionales.

En ese sentido, señaló que otra de las especies destacadas en la región patagónica es el pehuén (Araucaria araucana), una conífera que es considerada un fósil viviente y puebla los bosques del Parque Nacional Lanín. Puede superar los 1300 años y medir cincuenta metros de altura.

“En el otro extremo de nuestro país, hacia el Norte, se hace presente el Quebracho colorado chaqueño (Schinopsis balansae). La especie se conserva en los Parques Nacionales Río Pilcomayo, Mburucuyá, Chaco, El Impenetrable y la Reserva Natural Educativa Colonia Benítez. De madera resistente y corteza agrietada, supera los veinte metros de altura”, resaltó la entidad.

 

Fuente: futurosustentable.com.ar

viernes, 25 de agosto de 2023

Acto del 17 de agosto: Paso a la inmortalidad del General José de San Martin

 En las instalaciones de la EP 21 se realizó el acto en homenaje al General José de San Martin a 173 años de la fecha de su partida ocurrida en el año 1850, contando con la presencia de toda la comunidad educativa de la escuela.















lunes, 21 de agosto de 2023

20 libros album para trabajar la ESI


Respeto por la diversidad

El vestido de mamá – Dani Umpi y Rodrigo Moraes

Libro - El Vestido De Mamá - Criatura Editora - Regalá | Mercado Libre

Hector, el hombre extraordinariamente fuerte – Magalí Le Huche

Hector El Hombre Extraordinariamente Fuerte por LE HUCHE MAGALI ...

Elmer – David McKeeElmer: The Story of a Patchwork Elephant Elmer Picture Books ...

Ahora me llamo Luisa – Jessica Walton y Dougal MacPhersonAhora me llamo Luisa - Melodas

Emigrantes – Shaun Tan

Pin en juegos recreativos

Género y feminismos

Rosa Caremlo – Adela Turin

Rosa caramelo by Adela Turin;Nella Bosnia(2014-09-01): Amazon.es ...

El globo – Isol

El globo (Spanish Edition) - Kindle edition by Isol. Children ...

Malena Ballena – Davide Cali

Malena Ballena - Comprar en Libros del Zorro Rojo — Libros del ...

El libro de los cerdos – Anthony Browne

El libro de los cerdos - Los Libros del Vendaval

¿Hay algo más aburrido que ser una princesa rosa? – Raquel Diaz Reguera

Hay algo más aburrido que ser una princesa rosa? – Diversidad ...

Familias y crianzas

Secreto de familia – IsolLa argentina Isol obtuvo un premio literario de US$ 780.000 ...

Tengo una mamá y punto – Francesca Pardi y Ursula Bucher

Mamá, ¿por qué nadie es como nosotros – Luis PescettiMamá, ¿por qué nadie es como nosotros?

Choco encuentra una mamá – Keiko Kasza

Choco encuentra una mamá - Keiko Kaszca - Aprender Juntos

Una familia para Rodolfo – Vera, Nora y Claudia Hilb

Valoración por la afectividad

El monstruo de colores – Anna LlenasEl Monstruo De Colores ** Anna Llenas Ed Pequeña - $ 1.050,00 en ...

Vaya rabieta – Mireille D’Allancé

Cuento vaya-rabieta

Vacío – Anna LlenasVacío (Spanish Edition): Llenas Serra, Anna: 9788415208723: Amazon ...

Ruidos bajo la cama – Jean-Marc MathisRuidos bajo la cama | Adriana Hidalgo editora

Hoy me siento – Madalena MonizHoy Me Siento - Madalena Moniz - $ 890,00 en Mercado Libre


Si querés acceder a más libros album, podés acceder a esta entrada y a esta.

Si querés explorar más recursos para trabajar la ESI, podés entrar acá.

Fuente: lanavedeteseo.wordpress.com

Sola en el bosque de Magela Demarco

 





¡Genial! Tenés envío gratis
Envío gratis superando los $25.000
Entregas para el CP:cam

Un libro valiente y necesario sobre el abuso, destinado a transformarse en referente obligado.

Hay palabras que no se dicen. Hay vivencias que no se cuentan. Hay verdades que no se descubren a primera vista. Hay lobos disfrazados que logran escabullirse y ocultarse dentro de algunas casas. Y las transforman en bosques oscuros y tenebrosos para quienes las habitan. Este libro es un intento para hacer visible ese llanto silencioso. Ese pedido de auxilio mudo. Y un llamado para que todas y todos abramos los ojos. Hablemos. Preguntemos. Un camino para empezar a sanar y vencer el silencio, para que juntos y en comunidad podamos levantarnos, cuidarnos, abrazarnos y decir: De esto Sí se habla; no estamos solos. 

Durante la gestación de este proyecto Magela y Caru fueron asesoradas con impecable profesionalismo por el Servicio de Salud Mental del Hospital Materno Infantil San Roque de Paraná, Entre Ríos, Argentina. Ellas han puesto sumo cuidado en sus palabras y en sus imágenes de manera que cada cual lea de acuerdo a su conocimiento del tema.

Este libro quiere ser una preciosa herramienta para que podamos:

1 Vencer el miedo y empezar a hablar de un tema tabú

2 Estar alertas, detectar y prevenir situaciones de violencia

3 Trabajar ESI en las escuelas

4 Defender la infancia y ayudar a los adultos a hacerse cargo

¡Piedra libre… Piedra libre al lobo!

Autor: María Magela Demarco
Ilustrador: Caru M. Grossi
Editor: La Brujita de Papel
“Somos más fuertes que el miedo” -Malala Yousafzai, Premio Nobel de la Paz


Fuente: pantuflaslibros.com 

Un guapo del 900 de Samuel Eichelbaum




Campaña de promoción de una lectura reflexiva y analítica basada en obras de literatura

Samuel Eichelbaum (Argentina 1894-1967) fue un periodista, escritor y dramaturgo argentino. Sus obras retrataban las difíciles condiciones del campesinado argentino durante los primeros años del siglo XX, así como también el turbulento ambiente político. Su época dramática inicia en los años 40, fecha en que fue escrita y estrenada “Un guapo del 900”.

La obra se articula sobre dos personajes: “el guapo” Ecuménico López y su madre Natividad, situados al comienzo del siglo, en un suburbio porteño, ambos en medio de los comités pueblerinos que ofrecían trabajo a los hombres que habían emigrado de las pampas.

Ecuménico ama la política, es el guardaespaldas del caudillo Alejo Garay, al cual venera y le entrega su profundo sentido de la lealtad. El descubrimiento de las relaciones amorosas secretas de la esposa de su jefe con el político de oposición, el Dr. Clemente Ordóñez; la desilusión por la imagen que tenía de esta mujer; y un sentimiento de venganza en favor del honor de Alejo, lo hacen planear por cuenta propia un escarmiento. Pero éste termina involuntariamente en el asesinato del doctor cuando los sorprende en una escena erótica. El guapo pasa solo 4 meses en la cárcel, por intercesión de su madre -que lo ama infinitamente- y su padrino político. Pero cuando sale ya no es el mismo. Su pensamiento y sus convicciones lo llevan a justificar sus actos, mas este crimen no puede tener justificación ante el caudillo político porque supondría llevarlo a la deshonra.

Entonces Ecuménico tomará una decisión difícil, pero apegada a su lealtad: se aleja de don Alejo y se entrega a la policía a pesar de los ruegos de su madre, a quien ha confesado sus motivos y que reflejan un comportamiento típico de la época: la devoción al cacique.

Los actos de Ecuménico están presididos por la hombría de un ser elemental, pero honrado. De sus sentimientos extrae una justicia de gran pureza humana por su desinterés. Sin embargo, esta venganza no será reconocida por nadie, ni siquiera su madre logra entender sus motivos. Los diálogos están cuajados más de razonamientos que de sentimentalismos o efusiones, y alcanza muchas veces una tensión dramática de gran densidad porque son las conciencias y no los actos las que se enfrentan a los análisis.

Eichelbaum rehuye al costumbrismo imperante en la literatura de la época y pasa a destacar el carácter del personaje protagónico -Ecuménico- buscando su riqueza en ciertos rasgos de su condición humana que lo llevan a traspasar las circunstancias o los conflictos padecidos.

Un guapo del 900 es una fotografía de la corrupción política y el abuso del poder.  Pone de manifiesto los valores que traía el gaucho que dejaba las pampas para llegar a la ciudad y convertirse en guapo: el coraje, la nobleza y la lealtad en su máxima expresión.

Un guapo del 900

Canal encuentro

Fuente: sinergialiterario.wordpress.com /  educ.ar

Hombre de la esquina rosada, de Jorge Luis Borges

 

 A Enrique Amorim 
A mi, tan luego, hablarme del finado Francisco Real. Yo lo conocí, y eso que éstos no eran sus barrios porque el sabía tallar más bien por el Norte, por esos laos de la laguna de Guadalupe y la Batería. Arriba de tres veces no lo traté, y ésas en una misma noche, pero es noche que no se me olvidará, como que en ella vino la Lujanera porque sí a dormir en mi rancho y Rosendo Juárez dejó, para no volver, el Arroyo. A ustedes, claro que les falta la debida esperiencia para reconocer ése nombre, pero Rosendo Juárez el Pegador, era de los que pisaban más fuerte por Villa Santa Rita. Mozo acreditao para el cuchillo, era uno de los hombres de don Nicolás Paredes, que era uno de los hombres de Morel. Sabía llegar de lo más paquete al quilombo, en un oscuro, con las prendas de plata; los hombres y los perros lo respetaban y las chinas también; nadie inoraba que estaba debiendo dos muertes; usaba un chambergo alto, de ala finita, sobre la melena grasienta; la suerte lo mimaba, como quien dice.
Los mozos de la Villa le copiábamos hasta el modo de escupir. Sin embargo, una noche nos ilustró la verdadera condición de Rosendo.
Parece cuento, pero la historia de esa noche rarísima empezó por un placero insolente de ruedas coloradas, lleno hasta el tope de hombres, que iba a los barquinazos por esos callejones de barro duro, entre los hornos de ladrillos y los huecos, y dos de negro, dele guitarriar y aturdir, y el del pescante que les tiraba un fustazo a los perros sueltos que se le atravesaban al moro, y un emponchado iba silencioso en el medio, y ése era el Corralero de tantas mentas, y el hombre iba a peliar y a matar. La noche era una bendición de tan fresca; dos de ellos iban sobre la capota volcada, como si la soledá juera un corso. Ese jue el primer sucedido de tantos que hubo, pero recién después lo supimos. Los muchachos estábamos dende temprano en el salón de Julia, que era un galpón de chapas de cinc, entre el camino de Gauna y el Maldonado. Era un local que usté lo divisaba de lejos, por la luz que mandaba a la redonda el farol sinvergüenza, y por el barullo también. La Julia, aunque de humilde color, era de lo más conciente y formal, así que no faltaban musicantes, güen beberaje y compañeras resistentes pal baile. Pero la Lujanera, que era la mujer de Rosendo, las sobraba lejos a todas.
Se murió, señor, y digo que hay años en que ni pienso en ella, pero había que verla en sus días, con esos ojos. Verla, no daba sueño.
La caña, la milonga, el hembraje, una condescendiente mala palabra de boca de Rosendo, una palmada suya en el montón que yo trataba de sentir como una amistá: la cosa es que yo estaba lo más feliz. Me tocó una compañera muy seguidora, que iba como adivinándome la intención. El tango hacía su voluntá con nosotros y nos arriaba y nos perdía y nos ordenaba y nos volvía a encontrar. En esa diversion estaban los hombres, lo mismo que en un sueño, cuando de golpe me pareció crecida la música, y era que ya se entreveraba con ella la de los guitarreros del coche, cada vez más cercano. Después, la brisa que la trajo tiró por otro rumbo, y volví a atender a mi cuerpo y al de la compañera y a las conversaciones del baile. Al rato largo llamaron a la puerta con autoridá, un golpe y una voz. En seguida un silencio general, una pechada poderosa a la puerta y el hombre estaba adentro. El hombre era parecido a la voz.
Para nosotros no era todavía Francisco ReaI, pero sí un tipo alto, fornido, trajeado enteramente de negro, y una chalina de un color como bayo, echada sobre el hombro. La cara recuerdo que era aindiada, esquinada.
Me golpeó la hoja de la puerta al abrirse. De puro atolondrado me le jui encima y le encajé la zurda en la facha, mientras con la derecha sacaba el cuchillo filoso que cargaba en la sisa del chaleco, junto al sobaco izquierdo. Poco iba a durarme la atropellada. El hombre, para afirmarse, estiró los brazos y me hizo a un lado, como despidiéndose de un estorbo. Me dejó agachado detrás, todavía con la mano abajo del saco, sobre el arma inservible. Siguió como si tal cosa, adelante. Siguió, siempre más alto que cualquiera de los que iba desapartando, siempre como sin ver. Los primeros – puro italianaje mirón- se abrieron como abanico, apurados. La cosa no duró. En el montón siguiente ya estaba el Inglés esperándolo, y antes de sentir en el hombro la mano del forastero, se le durmió con un planazo que tenía listo. Jue ver ese planazo y jue venírsele ya todos al humo. El establecimiento tenía más de muchas varas de fondo, y lo arriaron como un cristo, casi de punta a punta, a pechadas, a silbidos y a salivazos. Primero le tiraron trompadas, después, al ver que ni se atajaba los golpes, puras cachetadas a mano abierta o con el fleco inofensivo de las chalinas, como riéndose de él. También, como reservándolo pa Rosendo, que no se había movido para eso de la paré del fondo, en la que hacía espaldas, callado. Pitaba con apuro su cigarrillo, como si ya entendiera lo que vimos claro después. El Corralero fue empujado hasta él, firme y ensangrentado, con ése viento de chamuchina pifiadora detrás. Silbando, chicoteado, escupido, recién habló cuando se enfrentó con Rosendo. Entonces lo miró y se despejo la cara con el antebrazo y dijo estas cosas:
Yo soy Francisco Real, un hombre del Norte. Yo soy Francisco Real, que le dicen el Corralero. Yo les he consentido a estos infelices que me alzaran la mano, porque lo que estoy buscando es un hombre. Andan por ahí unos bolaceros diciendo que en estos andurriales hay uno que tiene mentas de cuchillero, y de malo , y que le dicen el Pegador. Quiero encontrarlo pa que me enseñe a mi, que soy naides, lo que es un hombre de coraje y de vista.
Dijo esas cosas y no le quitó los ojos de encima. Ahora le relucía un cuchillón en la mano derecha, que en fija lo había traído en la manga. Alrededor se habían ido abriendo los que empujaron, y todos los mirábamos a los dos, en un gran silencio. Hasta la jeta del mulato ciego que tocaba el violín, acataba ese rumbo.
En eso, oigo que se desplazaban atrás, y me veo en el marco de la puerta seis o siete hombres, que serían la barra del Corralero. El más viejo, un hombre apaisanado, curtido, de bigote entrecano, se adelantó para quedarse como encandilado por tanto hembraje y tanta luz, y se descubrió con respeto. Los otros vigilaban, listos para dentrar a tallar si el juego no era limpio.
¿Qué le pasaba mientras tanto a Rosendo, que no lo sacaba pisotiando a ese balaquero? Seguía callado, sin alzarle los ojos. El cigarro no sé si lo escupió o si se le cayó de la cara. Al fin pudo acertar con unas palabras, pero tan despacio que a los de la otra punta del salón no nos alcanzo lo que dijo. Volvió Francisco Real a desafiarlo y él a negarse. Entonces, el más muchacho de los forasteros silbó. La Lujanera lo miró aborreciéndolo y se abrió paso con la crencha en la espalda, entre el carreraje y las chinas, y se jue a su hombre y le metió la mano en el pecho y le sacó el cuchillo desenvainado y se lo dio con estas palabras:
Rosendo, creo que lo estarás precisando.
A la altura del techo había una especie de ventana alargada que miraba al arroyo. Con las dos manos recibió Rosendo el cuchillo y lo filió como si no lo reconociera. Se empinó de golpe hacia atrás y voló el cuchillo derecho y fue a perderse ajuera, en el Maldonado. Yo sentí como un frío.
De asco no te carneo ­ dijo el otro, y alzó, para castigarlo, la mano. Entonces la Lujanera se le prendió y le echó los brazos al cuello y lo miró con esos ojos y le dijo con ira:
Dejálo a ése, que nos hizo creer que era un hombre.
Francisco Real se quedó perplejo un espacio y luego la abrazó como para siempre y les gritó a los musicantes que le metieran tango y milonga y a los demás de la diversión, que bailáramos. La milonga corrió como un incendio de punta a punta. Real bailaba muy grave, pero sin ninguna luz, ya pudiéndola.
Llegaron a la puerta y grito:
¡Vayan abriendo cancha, señores, que la llevo dormida!
Dijo, y salieron sien con sien, como en la marejada del tango, como si los perdiera el tango.
Debí ponerme colorao de vergüenza. Di unas vueltitas con alguna mujer y la planté de golpe. Inventé que era por el calor y por la apretura y jui orillando la paré hasta salir. Linda la noche, ¿;para quien? A la vuelta del callejón estaba el placero, con el par de guitarras derechas en el asiento, como cristianos. Dentre a amargarme de que las descuidaran así, como si ni pa recoger changangos sirviéramos. Me dió coraje de sentir que no éramos naides. Un manotón a mi clavel de atrás de la oreja y lo tiré a un charquito y me quedé un espacio mirándolo, como para no pensar en más nada. Yo hubiera querido estar de una vez en el día siguiente, yo me quería salir de esa noche. En eso, me pegaron un codazo que jue casi un alivio. Era Rosendo, que se escurría solo del barrio.
Vos siempre has de servir de estorbo, pendejo ­ me rezongó al pasar, no sé si para desahogarse, o ajeno. Agarró el lado más oscuro, el del Maldonado; no lo volví a ver más.
Me quedé mirando esas cosas de toda la vida ­cielo hasta decir basta, el arroyo que se emperraba solo ahí abajo, un caballo dormido, el callejón de tierra, los hornos­ y pensé que yo era apenas otro yuyo de esas orillas, criado entre las flores de sapo y las osamentas. ¿Que iba a salir de esa basura sino nosotros, gritones pero blandos para el castigo, boca y atropellada no más? Sentí después que no, que el barrio cuanto más aporriao, más obligación de ser guapo.
¿Basura? La milonga déle loquiar, y déle bochinchar en las casas, y traía olor a madreselvas el viento. Linda al ñudo la noche. Había de estrellas como para marearse mirándolas, una encima de otras. Yo forcejiaba por sentir que a mí no me representaba nada el asunto, pero la cobardía de Rosendo y el coraje insufrible del forastero no me querían dejar. Hasta de una mujer para esa noche se había podido aviar el hombre alto. Para esa y para muchas, pensé, y tal vez para todas, porque la Lujanera era cosa seria. Sabe Dios qué lado agarraron. Muy lejos no podían estar. A lo mejor ya se estaban empleando los dos, en cualesquier cuneta.
Cuando alcancé a volver, seguía como si tal cosa el bailongo.
Haciéndome el chiquito, me entreveré en el montón, y vi que alguno de los nuestros había rajado y que los norteros tangueaban junto con los demás. Codazos y encontrones no había, pero si recelo y decencia. La música parecía dormilona, las mujeres que tangueaban con los del Norte, no decían esta boca es mía.
Yo esperaba algo, pero no lo que sucedió.
Ajuera oímos una mujer que lloraba y después la voz que ya conocíamos, pero serena, casi demasiado serena, como si ya no juera de alguien, diciéndole:
Entrá, m’hija ­ y luego otro llanto. Luego la voz como si empezara a desesperarse.
¡Abrí te digo, abrí gaucha arrastrada, abrí, perra! ­ se abrió en eso la puerta tembleque, y entró la Lujanera, sola. Entró mandada, como si viniera arreándola alguno.
La está mandando un ánima ­ dijo el Inglés.
Un muerto, amigo ­ dijo entonces el Corralero. El rostro era como de borracho. Entró, y en la cancha que le abrimos todos, como antes, dio unos pasos marcado ­alto, sin ver­ y se fue al suelo de una vez, como poste. Uno de los que vinieron con él, lo acostó de espaldas y le acomodó el ponchito de almohada. Esos ausilios lo ensuciaron de sangre. Vimos entonces que traiba una herida juerte en el pecho; la sangre le encharcaba y ennegrecía un lengue punzó que antes no le oservé, porque lo tapó la chalina. Para la primera cura, una de las mujeres trujo caña y unos trapos quemados. El hombre no estaba para esplicar. La Lujanera lo miraba como perdida, con los brazos colgando. Todos estaban preguntándose con la cara y ella consiguió hablar. Dijo que luego de salir con el Corralero, se jueron a un campito, y que en eso cae un desconocido y lo llama como desesperado a pelear y le infiere esa puñalada y que ella jura que no sabe quién es y que no es Rosendo. ¿Ouién le iba a creer?
El hombre a nuestros pies se moría. Yo pensé que no le había temblado el pulso al que lo arregló. El hombre, sin embargo, era duro. Cuando golpeó, la Julia había estao cebando unos mates y el mate dió Ia vuelta redonda y volvió a mi mano, antes que falleciera. «Tápenme la cara», dijo despacio, cuando no pudo más. Sólo le quedaba el orgullo y no iba a consentir que le curiosearan los visajes de la agonía. Alguien le puso encima el chambergo negro, que era de copa altísima. Se murió abajo del chambergo, sin queja. Cuando el pecho acostado dejó de subir y bajar, se animaron a descubrirlo. Tenía ese aire fatigado de los difuntos; era de los hombres de más coraje que hubo en aquel entonces, dende la Batería hasta el Sur; en cuanto lo supe muerto y sin habla, le perdí el odio.
Para morir no se precisa más que estar vivo ­ dijo una del montón, y otra, pensativa también:
Tanta soberbia el hombre, y no sirve más que pa juntar moscas.
Entonces los norteros jueron diciéndose un cosa despacio y dos a un tiempo la repitieron juerte después.
Lo mató la mujer.
Uno le grito en la cara si era ella, y todos la cercaron. Ya me olvidé que tenía que prudenciar y me les atravesé como luz. De atolondrado, casi pelo el fiyingo. Sentí que muchos me miraban, para no decir todos. Dije como con sorna:
Fijensén en las manos de esa mujer. ¿Qué pulso ni que corazón va a tener para clavar una puñalada?
Añadí, medio desganado de guapo:
¿Quién iba a soñar que el finao, que asegún dicen, era malo en su barrio, juera a concluir de una manera tan bruta y en un lugar tan enteramente muerto como éste, ande no pasa nada, cuando no cae alguno de ajuera para distráirnos y queda para la escupida después?
El cuero no le pidió biaba a ninguno.
En eso iba creciendo en la soledá un ruido de jinetes. Era la policía. Quien más, quien menos, todos tendrían su razón para no buscar ese trato, porque determinaron que lo mejor era traspasar el muerto al arroyo. Recordarán ustedes aquella ventana alargada por la que pasó en un brillo el puñal. Por ahí paso después el hombre de negro. Lo levantaron entre muchos y de cuantos centavos y cuanta zoncera tenía lo aligeraron esas manos y alguno le hachó un dedo para refalarle el anillo. Aprovechadores, señor, que así se le animaban a un pobre dijunto indefenso, después que lo arregló otro más hombre. Un envión y el agua torrentosa y sufrida se lo llevó. Para que no sobrenadara, no se si le arrancaron las vísceras, porque preferí no mirar.
El de bigote gris no me quitaba los ojos. La Lujanera aprovechó el apuro para salir.
Cuando echaron su vistazo los de la ley, el baile estaba medio animado. El ciego del violín le sabía sacar unas habaneras de las que ya no se oyen. Ajuera estaba queriendo clariar. Unos postes de ñandubay sobre una lomada estaban como sueltos, porque los alambrados finitos no se dejaban divisar tan temprano.
Yo me fui tranquilo a mi rancho, que estaba a unas tres cuadras. Ardía en la ventana una lucecita, que se apagó en seguida. De juro que me apure a llegar, cuando me di cuenta.

Entonces, Borges, volví a sacar el cuchillo corto y filoso que yo sabía cargar aquí, en el chaleco, junto al sobaco izquierdo, y le pegué otra revisada despacio, y estaba como nuevo, inocente, y no quedaba ni un rastrito de sangre.

Jorge Luis Borges
Fuente: http://entretextosborges.blogspot.com.ar/2010/02/hombre-de-la-esquina-rosada.html

¿Te gustó este cuento de Borges?

Acá podés leer más cuentos.

¿Te gusta escribir?

Date una vuelta por mis talleres de escritura.

                                                                           



Fuente: ceciliamaugeri.com.ar / youtube.com

domingo, 20 de agosto de 2023

¿Qué es la ESI?

 


Si te preguntas de qué temas trata la Educación Sexual Integral, cuáles son sus contenidos, cómo podés saber qué temas se están dando en clase en nivel, inicial, primario y medio, tener más información para poder trabajar la ESI en casa y recurrir a fuentes confiables y seguras y no terminar en un tutorial de Youtube: esta nota es para vos. En los próximos párrafos ordenamos la información por temas así podés leer de manera más práctica.

La Educación Sexual Integral (ESI) es un derecho humano.  

Cuando se habla del derecho a la Educación, también se incluye la Educación Sexual Integral que forma parte de este derecho así como otras materias como Matemáticas, Lenguaje, Ciencias Sociales, etc.  En el caso puntual de la Educación Sexual Integral, la misma constituye un Derecho Humano en sí mismo, porque nos asegura que podamos acceder a otros derechos humanos en igualdad: es indispensable para acceder a la salud, al derecho a la información, al cuidado del propio cuerpo y a tomar decisiones informadas y libres sobre nuestros derechos sexuales y reproductivos.

Para aquellas personas que nos faltó este Derecho Humano en la Educación, podemos acordarnos de cuando teníamos entre 12 y 14 años, por ejemplo, y preguntarnos: ¿Cuántas decisiones diferentes hubiéramos tomado de haber tenido más información sobre nuestra sexualidad y nuestros cuerpos? Podemos ir más para atrás y pensarnos cuando teníamos entre 6 y 8 años y preguntarnos cuántas situaciones de acoso escolar o burlas hubiéramos frenado o de las que nos hubiéramos defendido si hubiésemos contado con la información necesaria, o aún más peques poder nombrar la parte del cuerpo que nos dolía  y molestaba sin vergüenza, por nombrar algunos ejemplos. 

¡Tan importante es este Derecho Humano que el derecho internacional tiene normas sobre el derecho a la Educación Sexual Integral! Por ejemplo, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, que está incorporado a nuestro derecho interno porque tiene jerarquía constitucional,  protege el derecho al más alto nivel posible de salud física y salud mental en su artículo 12 y también el derecho a la educación (art. 13). También, el órgano de interpretación e implementación de este Tratado Internacional, que es el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales interpreta que el derecho a la salud “no solo abarca la atención de salud oportuna y apropiada sino también los principales factores determinantes de la salud”, entre las que destaca el “acceso a la educación e información sobre cuestiones relacionadas con la salud, incluida la salud sexual y reproductiva”

La Educación Sexual Integral está establecida por la Ley Nacional 26.150.

Esta Ley Nacional lo que hace es implementar el Derecho Humano a la Educación Sexual Integral en nuestro derecho interno. Es importante acordarse que el Derecho a la ESI está contemplado en los Tratados de Derecho Internacional con jerarquía constitucional que son parte de nuestro sistema jurídico y necesitaba de una ley que lo hiciera operativo. 

La Ley 26.150 establece que todas las personas que estudian “tienen derecho a recibir educación sexual integral en los establecimientos educativos públicos, de gestión estatal y privada de las jurisdicciones nacional, provincial, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y municipal.” La ESI es obligatoria en todos los niveles educativos y en todos los establecimientos educativos, sean estatales, privados o religiosos. 

La Ley también habla de qué se entiende por educación sexual integral y establece que es la que “articula aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos.” En el siguiente punto hablamos específicamente de esto.

A través de la Ley 26.150, se crea el Programa Nacional de Educación Sexual Integral en el ámbito del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología. 

Los objetivos de este Programa son: 

 Incorporar la educación sexual integral dentro de las propuestas educativas orientadas a la formación armónica, equilibrada y permanente de las personas;

 Asegurar la transmisión de conocimientos pertinentes, precisos, confiables y actualizados sobre los distintos aspectos involucrados en la educación sexual integral;

 Promover actitudes responsables ante la sexualidad;

 Prevenir los problemas relacionados con la salud en general y la salud sexual y reproductiva en particular;

 Procurar igualdad de trato y oportunidades para varones y mujeres.

¿Qué enseña la ESI? 

En Nivel Inicial:

– Las distintas formas de organización familiar. 

– Conocerse y valorarse a uno mismo y a los/as demás. 

– Reconocer y expresar los sentimientos y afectos. 

– Cuerpo e higiene. 

– Derecho a la información sobre el propio cuerpo. 

– Desarrollo y valoración del concepto de intimidad. 

– Desarrollo de la autoestima en relación con la toma de decisiones y la 

construcción de la identidad 

En Primaria

– La valoración de las personas independientemente de su apariencias, 

identidad y orientación sexual. 

– El reconocimiento de las diferencias entre mujeres y varones. 

– El reconocimiento y el respeto de las emociones y sentimientos vinculados a la 

sexualidad y sus cambios: miedo, vergüenza, pudor, placer. 

– Promoción de vínculos saludables. 

– La reflexión acerca de los modelos corporales presentes en los medios de comunicación y publicidad. 

En Educación Media: 

– Atención a las inquietudes e intereses propios de adolescentes incentivando su participación. 

– Recibir información sobre los marcos normativo y jurídico que garantizan sus derechos en general y en particular sus derechos sexuales y reproductivos.

– Conocer adónde recurrir  para proteger sus derechos y poder obtener los recursos necesarios para su sexualidad con responsabilidad, prevenir infecciones de transmisión sexual VIH/Sida y decidir cuál es el mejor método anticonceptivo.

– Fortalecer los procesos de construcción de autonomía, respeto por la diversidad de identidades sin prejuicios ni discriminación por orientación sexual,  identidad de género,  apariencia física, diferencias étnicas, culturales, etcétera. 

– Enfoque crítico hacia los mensajes de los medios de comunicación, los ideales de belleza que imponen, y los estereotipos de género que reproducen. 

¿Dónde puedo encontrar los contenidos de ESI  que se dan en clase? 

Es muy probable que hayas escuchado hablar de los “Lineamientos Curriculares de Educación Sexual Integral (ESI)”. ¿Qué son? Definen el piso común de contenidos curriculares que se van a dar en las aulas para todos los niveles,  para todas las modalidades del sistema educativo, también para todas las escuelas sean públicas, privadas y de todas las jurisdicciones del país. Cada nivel tiene sus propios contenidos comunes determinados por estos lineamientos. 

Siempre que busques información sobre la ESI recordá buscarlas de fuentes confiables y seguras. Podés encontrar los lineamientos en el siguiente link y descargarlos para conocerlos bien: https://www.argentina.gob.ar/educacion/esi/recursos

Fuente: afda.org.ar

La ciudad cumple 153 años desde su fundación

  Berisso conmemora este lunes su 153° aniversario desde su fundación el 24 de junio de 1871. Esta fecha histórica marca el inicio de la act...